Carlos Núñez y los Cuentos de Terramar
domingo, 30 de marzo de 2008
Perpetrado por Rodrigo Garcia Carmona en 23:13 9 cucamonas
Una breve historia de casi todo
jueves, 27 de marzo de 2008

Perpetrado por Carlos en 19:21 3 cucamonas
Luke, yo soy tu padre y ése de ahí tu primo, la de ahí tu tía segunda y ven por aquí que te voy a presentar a...
martes, 25 de marzo de 2008
¿Qué son? ¿Por qué existen? ¿Cómo son?
Tantas preguntas y a la vez tantas posibles respuestas.
Las sagas vienen siendo una verdadera modalidad propia de formato literario que se puede remontar a Dumas, a las numerosas leyendas artúricas o incluso a cantares medievales y renacentistas. Pero no nos vamos a ir tan atrás. Volvamos al presente, al momento en el que estás delante de la estantería de tu librería y miras los títulos y reconoces nombres que te han dicho y ves que los títulos se coordinan a veces y que parece que forman series y, como te lo ha dicho ese amigo super friki que lee tanto, pues lo coges y, oyes, pues no estaba mal, y anda, si tiene una segunda parte, ¡ay va! Pues cómo mola, ¿no? ¿Y el tercero? ¡Uau! ¡Vaya, ya va por el cuarto y el quinto y…! ¡Válgame la Virgen si esto es como Falcon Crest! Ya lo veis. ¿Quién no ha pasado por esto? Comercialmente tienen muchísimo tirón en un mundo en el que no hay publicidad más poderosa que el boca-oreja.
Así pues, nos encontramos con dos tipos de sagas:
- A lo largo de todos los libros se desarrolla una gran trama que queda inconclusa al final de cada tomo y obliga a comprar el siguiente para poder enterarte del final conservando estilo, personajes y argumento general (véase El Señor de los Anillos, Harry Potter, La Materia Oscura...).
- Son libros más o menos independientes entre sí que conservan personajes, el universo, el estilo, aunque las tramas son diferentes y pueden, en mayor o menos medida, leerse por separado y en un orden aleatorio (Los libros de James Bond, La Saga de Ender, El Mundodisco de Terry Pratchett, El capitán Alatriste...).
¿Por qué han empezado a surgir como setas?
Hay muchas razones para ello, pero entre ellas podría decirse que el gran público está tan habituado a las películas con segundas, terceras y X partes, precuelas, spin-off's, making off's, series basadas en películas, películas basadas en series, series largas y cortas, etc., que el hecho de que una historia, independientemente del formato, sea autoconclusiva, es casi una idea revolucionaria.

Los finales ambiguos y abiertos han dado paso a la popularización del comentario "Buah, seguro que hacen la segunda parte". Incluso cuando parecía que una historia había terminado para bien, de pronto pasa ALGO que reactiva la historia de manera absolutamente inverosímil, pero que al fin y al cabo logra el objetivo: mantener al público enganchado.
El mercado literario, tras una época de franca decadencia, ha encontrado en la simbiosis marketiniana con los medios audiovisuales su salida económica y comercial más acertada. Y no me estoy refiriendo a los audiolibros.
La adaptación de los formatos argumentales televisivos y cinematográficos, y casi estilísticos, han convertido a las novelas de hoy día en guiones a medio hacer. La composición de grandes series mantienen al lector enganchado a los lanzamientos del autor casi del mismo modo, si no más fervientemente, que los espectadores de "Héroes", "Dexter" o "House". De una u otra manera se presupone que libro que tenga éxito, libro que se lleva al cine, y los autores, salvo contadas excepciones, tienden a escribir más cinematográficamente de lo que cabría esperar.
En una época en la que el cine se ha quedado sin historias que contar, la literatura sale en su auxilio para ayudarse también a sí misma.
Sartas Choriceras o Calidad en Serie
Tema peliagudo éste. La inmensa mayoría de la gente dirá que las sagas ceden en calidad a favor de lo comercial. Otros dirán que eso no tiene por qué ser así ya que hay sagas brillantes.
Ninguno de los dos bandos estaría equivocado. Hay sagas que, aunque nunca estarán en las listas de libros de obligada lectura en colegios e institutos son de innegable calidad, así como las hay que las lees porque el autor ha hecho un indudable pacto con el diablo para tenerte enganchado a tamaño bodrio (véase Eragon-Eldest o Crónicas de Idún y su secuela... (Comentario hecho con todo el respeto a sus autores, claro)).
Así pues, toca hacer la siguiente reflexión: las sagas son buenas de cara a la gloria y brillo de la historia de las letras o en cambio son un cáncer a extirpar.
Pues según la opinión de la que suscribe, ni una cosa ni la otra. Los extremos nunca son buenos y menos en algo como el arte.
Ahora bien, una cosa es una cosa, y dos, pues dos. Me explico: la institucionalización comercial de los fan-fics. No me parece una mala idea. De hecho es una idea genial. Es una manera que tienen los fans de algo de expresar sus inquietudes literarias de manera libre y gratis (esto sí que es por amor al arte), a todo el mundo que les quiera leer. Y en prácticamente todos y cada uno de esos fanfics encontraréis lo siguiente:
"DISCLAIMER: Los personajes no me pertenecen y no gano nada por esto".
Cuál fue mi sorpresa cuando hace ya unos meses, en una conocida librería encontré novelitas de autores siempre diferentes (y absolutamente desconocidos) de... "Amar en tiempos revueltos". Flipé. Aquella era la institucionalización del fanfic. Seguí buscando y descubrí los libros de "Xena: la princesa guerrera". Superando los accesos de náusea me di de bruces con los de "Star Wars", los de "Stargate", los de “Warhammer 40.000” y los de "Babylon 5". Respiré hondo, conté hasta 10 y reflexioné.
Ya no es que el mercado literario hubiera copiado estilos narrativos, ¡¡sino que había canibalizado por completo al celuloide!! Todas esas colecciones de libros, en teoría, se englobarían dentro del concepto de las sagas, pero, ¿hasta qué punto? Se basan en la misma serie o película, pero no tienen por qué estar interrelacionadas entre sí. Aunque utilicen a los mismos personajes ya no conforman una saga real ya que son historias totalmente independientes. En estos casos nos encontramos ante una deformación del formato. Ya no son sagas, sino colecciones, "bibliotecas" con un mismo título genérico. Pero sin embargo, se aprovechan de su tirón comercial.
Sagas buenas o sagas malas, primar lo comercial sobre la calidad, canibalización de estilos, etc... Todos leemos más o menos y pocos pueden decir que no han leído ninguna. Cada opinión es válida en una realidad que es más que evidente.
¿Cuál es tu saga favorita? ¿Cuál dejarías en el rincón más oscuro de la biblioteca más remota?
Perpetrado por Bea en 22:33 10 cucamonas
Etiquetas: fandom, literatura, series
Némesis: Compañera oscura del sol, diosa de la venganza
martes, 18 de marzo de 2008
El Sol no era una estrella solitaria. Dichos astrónomos postulaban que el sistema solar era en realidad un sistema binario (los sistemas de una sola estrella son en realidad minoría), y que la compañera del Sol, una estrella de muy baja luminosidad, probablemente una enana roja o una enana marrón, orbitaría de forma fuertemente elíptica. Esta órbita la llevaría a afectar con su campo gravitatorio a una zona del sistema solar denominada Nube de Oort cada 26 millones de años.
A esta misteriosa estrella se la denominó Némesis, la diosa griega de la justicia y la venganza, que castiga a aquellos a los que la fortuna sonríe en exceso. Por tanto, a esta hipótesis se la conoce como Hipótesis Némesis.
Pero, ¿qué sabemos de esta supuesta estrella? Si está tan cerca de nosotros, ¿por qué no la hemos encontrado aún? Lo cierto es que si se trata de una enana roja, podríamos tenerla delante y no habernos dado cuenta de su auténtica identidad. Se encuentran catalogadas más de 3000 enanas rojas, pero aún no se ha estudiado a qué distancia se encuentran de nosotros la mayoría de ellas.
P.D.: Correcciones realizadas cortesía de Samuel.
Perpetrado por Rodrigo Garcia Carmona en 17:28 8 cucamonas
Etiquetas: astronomia, ciencia, historia
El Conde de Monte Cristo
sábado, 15 de marzo de 2008
Nota: * Dos puñaladas.
Perpetrado por Sir Lamorak de Gales en 14:54 15 cucamonas
Etiquetas: literatura, reseña
Lo que pasa cuando dejas de tener Internet
jueves, 13 de marzo de 2008
Perpetrado por Bea en 23:35 4 cucamonas
Etiquetas: internet, ombliguismo
¡Que viene Richi!
miércoles, 12 de marzo de 2008


PS: ¿Os he dicho ya que la obra es buena y que yo no cobro comisión por hacerle publicidad?
Perpetrado por Deimar en 13:28 3 cucamonas
The wireless evolution
martes, 11 de marzo de 2008
Buscar por los cajones de mi habitación en casa de mis padres siempre tiene alguna sorpresa. Puedes encontrar la calculadora que nunca ha funcionado y que de pequeña utilizaba como si fuera un superordenador, o el reloj de pulsera en el que me imaginaba que se veía la tele (y que por supuesto también me servía para comunicarme con mis compañeros de misión), o la “moneda de la suerte” que llevé durante varios años en mi estuche del colegio.
La verdadera sorpresa llegó cuando cogí de nuevo esa moneda, y vi qué había grabado en ella.
Ameritech: The wireless evolution
El momento en que vi el reverso de la moneda, es el momento del que os hablaba, ese momento en el que aparece la sonrisa de oreja a oreja: Había una serie de fechas y de modelos de teléfono. Y además hablaba de “The wireless evolution”. Y entonces descubrí cuál era el verdadero motivo que me había impulsado a estudiar Teleco. ¡Mi moneda de la suerte fue la que me metió esas ideas en la cabeza!
Perpetrado por Iruma en 17:42 4 cucamonas
Etiquetas: general, ombliguismo, retro, teleco
Shock doble: "Mazinger Z" y "El Ataque de los Supermonstruos"
domingo, 9 de marzo de 2008
...
Este disco (porque sí, las dos películas y los mil extras van en un sólo disco) era compra segura, y rápidamente me dirigí a la caja y me hice con él. He de decir que cuando la dependienta me lo cobró pasé más vergüenza que si hubiera comprado una película porno. Pero estoy seguro de que ha valido la pena.
Perpetrado por Rodrigo Garcia Carmona en 21:36 17 cucamonas
Últimas lecturas: Ivanhoe
miércoles, 5 de marzo de 2008
El verano pasado tuve la fortuna de visitar Edimburgo con varios amigos de la universidad, que más tarde me liarían para participar en el blog que tenéis entre manos. Sin entrar en muchos detalles sobre el viaje (aunque me veo en la obligación de recomendar fervientemente dicha ciudad como destino de vacaciones), al poco tiempo de estar allí llegamos a una importante conclusión. En esa tierra aprecian, y mucho, a un señor llamado Walter Scott. Sir Walter Scott.
Así, en pleno centro de la ciudad, en un parque frente a la principal calle de tiendas, y al pie de un imponente castillo, se erige un monumento. Y no hablo de cuatro piedras mal puestas, o de una estatua solitaria con una placa conmemorativa. El monumento a Walter Scott en Edimburgo es un pedazo de torre gótica de más de sesenta metros (o eso dice
Un par de días después de este primer encuentro, acabamos en un pequeño museo dedicado a escritores escoceses. Había material sobre el piratesco y muy recomendable R.L Stevenson, de quien quizá debamos hablar en otra ocasión, así como de algún otro escritor cuyo nombre nunca recordaremos. Pero el gran protagonista era sir Walter. Supimos de su vida personal, no muy interesante, y de su obra literaria, que cada vez me intrigaba más. Un título en particular me resultaba vagamente familiar: Ivanhoe. Creía recordar haberla visto en alguna estantería de mi casa… habría que echarle un vistazo.
Fue así como el libro entró en mi cola de lectura, aunque aún pasarían varios meses hasta que llegara su turno. Hace unos días terminé el último capítulo, quedandome un buen sabor de boca que me ha llevado a escribir estas líneas.
En fin, hablemos del libro en cuestión El ejemplar que he leído forma parte de la colección de novelas de aventuras que publicó hace un tiempo El País, en formato de bolsillo, con una traducción muy digna, y el ridículo precio de dos euros. Por otra parte, la portada es pobretona, con un dibujo bastante flojo de un caballero al galope sobre fondo azul. Puesto que el título de la novela no aporta demasiada información, todo lo que sabía cuando la abrí por primera vez es que estaba escrita por el señor (perdón, sir) Scott, y que aparecería, por lo menos un caballero. Quizá incluso se llamara Ivanhoe.
Debo señalar que el género caballeresco nunca se ha contado entre mis preferidos, lo que puede resultar chocante, si tenemos en cuenta que me chifla la fantasía medieval. Pero mi actitud hacia estos libros ha mejorado ligeramente en los últimos tiempos, después de leer la magnífica saga Canción de Hielo y Fuego (más conocida por el título de su primer libro, Juego de Tronos) que, entre muchas otras cosas, habla de tipos enlatados que se pelean a caballo. Aunque Ivanhoe es una obra muy distinta (y, en mi opinión, ni de lejos tan buena), no faltan elementos comunes entre ambas. Por citar unos cuantos, además de los mencionados guerreros en conserva tenemos torneos de caballería, asedios, juicios por combate y alegres hombres del bosque. Eso sí, no esperéis intrigas políticas dignas de tal nombre. Ivanhoe es, ante todo, una historia de aventuras.
Resumiendo, y sin reventar detalles de la trama, la novela transcurre en Inglaterra durante el reinado de Ricardo Corazón de León, que por supuesto se encuentra lejos de su reino, luchando en las cruzadas mientras su hermano Juan gobierna despóticamente. La nota de originalidad estriba en que, mientras otras historias similares se centran en la resistencia de los héroes contra un tiránico Juan, en Ivanhoe se da especial importancia al conflicto entre sajones y normandos. Pocos años después de la conquista de Inglaterra a manos de los refinados y caballerescos normandos, los sajones, gente rústica que aún invoca ocasionalmente a los dioses nórdicos, no ven con buenos ojos a sus nuevos gobernantes. La novela muestra el punto de vista de los sajones, sin caer en el simplismo de buenos contra malos. De hecho, el propio rey Ricardo pertenece a una dinastía normanda, y el caballero Ivanhoe es su principal campeón.
El reparto es uno de los puntos fuertes, con personajes muy humanos y repletos de matices alternándose con otros más caricaturescos, que no obstante resultan divertidos y entrañables. Sin embargo, y por extraño que parezca, el que da título a la novela no se encuentra en ninguno de estos dos grupos. En efecto, Ivanhoe es un tipo plano y más bien insulso, que ni siquiera participa en los principales eventos de la historia, bien por estar ausente, bien por tener que recuperarse de sus heridas. Su único mérito consiste en tener un nombre bonito que queda bien en la portada de una novela.
Frente a la sosería del héroe, llama la atención lo logrado que está el papel, tradicionalmente secundario y superficial, de la doncella en apuros. La bellísima Rebecca, hija de un rico comerciante judío, y por lo tanto perteneciente a una raza universalmente despreciada, consigue conmover y enamorar a héroes, villanos y lectores por igual. Es un personaje trágico que se enfrenta a las adversidades con una difícil mezcla de humildad y dignidad. A lo largo de la historia, Rebecca eclipsa a todos los demás actores (incluyendo a la distinguida y aburrida dama Rowena, enamorada de Ivanhoe y doncella “oficial” de la obra), siendo en muchos sentidos la verdadera protagonista.
No menos importante es la abundancia y calidad de los villanos. Aunque los primeros capítulos parecen indicar que el principal antagonista será el inevitable príncipe Juan, ejerciendo de tirano de opereta, lo cierto es que éste pasa pronto a un segundo plano. A partir del segundo tercio del libro, las maldades quedan en manos de auténticos hombres de acción: el caprichoso aunque honorable mercenario Maurice de Bracy, el brutal barón normando Front-de-Boeuf (literalmente, “frente de buey”), y el orgulloso caballero templario, Brian de Bois-Guilbert.
La orden del temple, por cierto, presenta en esta obra una imagen bien distinta de aquella a la que podemos estar acostumbrados por la ficción más reciente. Desde luego, estos templarios no encajan en el perfil de sabandijas conspiradoras aficionadas a esconder tesoros, guardar secretos terribles, y dejar acertijos y mensajes en código. En Ivanhoe, los templarios son guerreros brutales: aplastan cráneos, azotan sarracenos, desafían a quien se les ponga por delante, secuestran doncellas, y queman brujas.
Finalmente, en el libro aparecen una serie de personajes misteriosos, cuya identidad se oculta al lector durante la mayor parte de la historia. No seré yo quien desvele sus secretos, aunque no me resultó particularmente difícil adivinarlos. Como nota curiosa, debo decir que me acostumbré tanto a los apodos que se les da en un primer momento, que se me hizo muy extraño ver cómo de pronto el narrador pasaba a referirse a ellos por sus nombres de pila. Me dio la sensación de que los personajes perdían, de este modo, parte de su mística.
Concluyendo, Ivanhoe es una lectura muy recomendable, si bien no me atrevería a calificarlo de imprescindible (categoría en la que sí entraría, por ejemplo, la ya mencionada Juego de Tronos). Ofrece buena prosa, aventuras razonablemente épicas pero verosímiles, buena documentación histórica (o lo bastante buena para no engañar a un lego en la materia como soy yo), y personajes memorables. Algo de humor, mucha acción, predominancia del amor platónico frente al sexo, aunque sin caer en la ingenuidad.
Me decepcionaron algunos aspectos, como la trama, excesivamente simple. La acción se desarrolla en escenas, entretenidas y bien narradas, pero también algo inconexas. Poco de lo que se cuenta contribuye realmente al desenlace, que se hace un tanto arbitrario. Precisamente en la secuencia final se da un giro injustificable (el que lea el libro lo reconocerá fácilmente, cuando llegue) que arruina la verosimilitud y casi impulsa a dejar de leer. Con todo, Ivanhoe consigue dejar al lector un buen sabor de boca. Que no es poco.
Perpetrado por Perico en 23:18 4 cucamonas
Etiquetas: historia, literatura
Menú del Día
lunes, 3 de marzo de 2008

Perpetrado por Carlos en 23:05 3 cucamonas
"Cuy'val Dar"
domingo, 2 de marzo de 2008


Perpetrado por Sir Lamorak de Gales en 16:44 4 cucamonas
Etiquetas: ci-fi, derechos de autor, literatura, reseña, star wars