Planet 51

lunes, 30 de noviembre de 2009



¿Qué pasaría si un alienígena aterrizara en tu jardín? ¿Y si el alienígena fuera yankee?


Pues de eso va la película española más cara de al historia. Una película orientada a público del otro lado del charco a quien el estreno le ha llegado una semana antes que a nosotros. Una apuesta comercial muy apropiada si quieren rentabilizar una película cuyo coste ha sido superior a 60 millones de dólares (hay quien habla de 70). Sin embargo, muchos hablan de fracaso, pues, aunque ha conseguido situarse en 4º puesto en taquilla en su primer fin de semana en EEUU, con una recaudación inicial por encima de los 12 millones de dólares, parece que queda lejos de los 150 millones de recaudanción total que serán necesarios para recuperar la inversión (100% privada).


La crítica americana no la ha tratado muy bien. El New York Post (NYP) afirma que: The jokes are far too weak for adults or children, at least on this planet, while the satirical subtext that is the sole point of potential interest is a jumble. También la acusa de tener algunos chistes poco apropiados para películas infantiles, en lo que quizá tenga algo de razón, especialmente de cara a los padres más conservadores.


El modelado de los personajes y el entorno es bastante chulo y el guión de Joe Stillman resulta entretenido, aunque lejos de estar a la altura de otras de sus obras (Shrek I y II). Las referencias a otras películas saturan este film, llegando a ser un poco excesivas, pero tolerables.


Contra la opinión del NYP, yo creo que los personajes sí tienen potencial para convertirse en juguetes muy vendibles, no copian en esto a otras productoras que están sacando material de muy baja calidad (Wall-E o Bolt ya me han estropeado más de un regalo por no estar a la altura de las circunstancias).


Reconozcámoslo: No es muy original, no tiene giros argumentales que nos sorprendan... y, sin embargo, es una película que entretendrá a niños y mayores si le dan una oportunidad. Yo la disfruté, os animo a que vosotros también lo hagáis.


Nota: No he puesto el trailer para no estroperos la película. Id a verla.

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Crepúsculo, como (no) te queremos

sábado, 28 de noviembre de 2009


(todos los derechos de la imagen reservados a la señora de la portada, no queremos que nos azuze a los fanboys/girls!)

¡Creo que esto es casi un guest post, viendo mi ritmo imparable de entradas! ¡En cualquier caso, al asunto!

Leyendo críticas y sorna sobre Crepúsculo, esa gran obra (perdón, saga) literaria con la que Stephanie Meyer ha decidido mejorar el mundo, encontré una parodia bastante graciosa sobre los primeros días de Edward y Bella, incluyendo una explicación poco convencional sobre la portada del libro...

El relato original podéis encontrarlo aquí: Estadísticas curiosas sobre Crepúsculo, un poco después del número de veces que la belleza de Edward es descrita en el primer libro. Su autora me ha permitido traducirlo para vosotros no internet-adictos.

Y recordad, las pelis siempre serán mejores porque los protas están to buenos y no hay que sufrir perlitas como: "Yacía perfectamente inmóvil en la hierba, su camisa abierta sobre el pecho esculpido, incandescente, sus brazos centelleantes desnudos".

Seriously, W T F.

Y aquí os dejo mi traducción, después del salto!. La autora original ha intentando ser todo lo fiel posible a los adjetivos usados por el diccionario de sinónimos de Meyer, pero yo he tenido que "usar" mi imaginación, no voy a leerme los libros para ver los que ha usado el traductor/a a español. ¡Disfrutadlo, monstruitos!


Atardeceres

Edward se inclinó hacia mí, su rostro perfecto a centímetros del mío. Su aliento, dulce y delicioso, cubrió mi cara. Sus ojos dorados brillaban de amor.

“¿Qué te parece...?” susurró, su voz aterciopelada ronroneando en mi oído.

No pude responder, abrumada como estaba por su piel centelleante. Brillaba como un diamante al sol, una criatura divina ante mí.

Sonrió burlón ante mi confusión, pero entonces, su rostro oscurecido, tronó: “¡No te hagas la difícil, Bella!”

Me encogí de miedo, pero su expresión se suavizó inmediatamente, con una carcajada clara y resonante, y se inclinó hacia mí de nuevo. Sus dedos, fríos y pálidos, acariciaron mi mejilla. Dejé de respirar.

“Ven aquí”, dijo, levantándose con uno de esos movimientos más rápidos que el relámpago a los que me había acostumbrado. “Quiero mostrarte algo”.

Me llevó a una cañada. Él pisó elegantemente en la hierba empantanada de la ribera. Yo tropecé con un canto rodado y acabé de cara en el barro. Edward rió. ¿Cómo era posible que me amara? Él, que es tan guapo, bello y perfecto. La estatua de David hecha hombre. Un Adonis, un dios, un ángel.

Se quitó los zapatos, remangó el bajo de sus vaqueros y tuve que ahogar un gritito ante la visión de sus tobillos, blancos y suaves. La luz del sol se reflejaba en las uñas de sus pies, cada una un brillo nacarado de perfección. Nunca antes había visto sus pies. Nunca pensé que pudiera ser más atractivo de lo que ya era, pero parecía que su belleza no conocía límites.

Mi corazón latiendo alocadamente en mi pecho, se escapó hacia mi garganta, rebotó en media docena de costillas y finalmente se aposentó en algún lugar cerca de mi rótula. Me desmayé.

Más rápido que una bala, Edward me levantó en sus brazos marmóreos y me acunó contra su pecho de granito. “¿Bella? ¡Bella!”, gritó, “¡No!”

Pero la visión de su cara perfecta y gloriosa retorcida en una mueca de angustia inundó de tortura mi cuerpo. “¡Edward!” logré exclamar.

Sus labios fríos e infatigables presionaron los míos, pero no me atrevía a moverme por miedo a romper su control, tan irresistible era para él el perfume de mi sangre. No podía tolerar el saber que había causado dolor a Edward forzándole a comerme. Mi corazón revoloteó alrededor de mi rótula.

El beso acabado, Edward me puso en pie. Sin moverme, tropecé con un palito y hubiera caído en el arroyo de no ser por Edward, que me sujetó en su abrazo férreo.

“¿Responderás a una pregunta, querido?” le interrogué.

“Por supuesto, mi amor... mi vida, mi todo”, Edward dijo, destrozando piedras distraídamente con los dedos de sus pies. Le observé, hechizada por un momento, antes de recuperar la compostura.

“Una vez te pregunté si podías convertirte en un murciélago y tú simplemente te reiste”

Otra vez esa mueca. “Era una pregunta estúpida. No nos convertimos en murciélagos. ¿Por qué ibamos a hacer eso?”

“¿Pero... te puedes convertir en algo?”

“Por supuesto”. Se estiró, y su camisa se levantó lo suficiente como para dejar entrever sus abdominales esculpidos. Hiperventilé y me desmayé.

Cuando desperté, Edward estaba hablando.

“... como disfraz”


“¿Qué?”, pregunté sin aliento.

“Dije que nos convertimos en fruta. Es perfecto para pasar desapercibido”. Me observó cuidadosamente, preguntándose si esta revelación sería la que me convenciera por fin de que era un monstruo y me hiciera irme, gritando, de su lado.

“Oh.” Dije. “¿Qué tipo de fruta?”

Parecía frustrado, molesto, eufórico, asustado, nervioso, gruñón, divertido, somnoliento y triste. Como un arcángel venido de los cielos que me bendecía con su presencia. “Una manzana”.

“Oh. ¿Puedo verlo?”

La furia enrojeció sus rasgos. “¡No!” ¡Qué es lo que no entiendes? ¡Soy un peligro para tí! ¡Podría matarte! ¡Debería abandonarte, para siempre!” Se abalanzó sobre mí y me envolvió con sus brazos. “Debería irme, ¡ahora mismo! Es la única manera de que estés segura.”

La desesperación me inundó, tan densa y pesada que me nublaba la visión. “¡No, Edward! No me dejes. ¡Sé que sólo hemos estado juntos tres horas, pero quiero pasar la eternidad contigo! ¡Por favor!

Se retiró y me miró intensamente, miles de emociones agitándose en sus ojos de topacio líquido. “¿Lo dices de corazón, Bella?”

“Sí”

“Muy bien. Que así sea”

Su rostro glorioso, perfecto, celestial se inclinó hacia mí, y sus labios frígidos tocaron mi cuello. Rugió profundamente en su garganta, un sonido que recorrió mi columna como un rayo.

Entonces vino un dolor, un dolor agudo. Su abrazo se hizo más fuerte. Gemí su nombre. Mi vista se oscureció hasta que lo único que podía ver era el brillo de su piel, llamándome al paraíso.

Y después, nada.



*****


Edward observó el cuerpo de Bella Swan, pálido y sin vida en sus brazos pálidos y sin vida.


“Ups.”

Sus sollozos sacudieron el bosque durante seis largos segundos. Despues, erguido, limpió una gota de sangre de la comisura de sus labios.


“Ñam.“


Corrió hacia el borde del bosque, más rápido que ninguna criatura viviente, mientras se preguntaba si esa chica, Ángela, querría ser su nueva compañera de laboratorio...




FIN

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JCVD

miércoles, 18 de noviembre de 2009

Jean-Claude Van Damme. Seguro que todos conocemos este nombre. Héroe de acción en los 80 que lentamente fue cayendo en picado y viéndose relegado al videoclub y a películas cada vez más mediocres. Su carrera ha ido de mal en peor. Acaba de salir de una terrible adicción a las drogas. Eligen a Steven Seagal (OMG) en vez de a él en el último de sus castings, pierde la custodia de su hija de un juicio y, por si fuera poco, está arruinado. A sus 47 años no le queda nada.


Esta descripción podría resumir (y probablemente lo haga) los años más recientes de la vida de este actor. Sin embargo, es el argumento de partida de la última de sus películas, una producción que podría definirse como de "cine independiente" en la que se interpreta a sí mismo titulada JVCD (las iniciales de su nombre). ¿Una película belga de autor en la que Van Damme hace de sí mismo? Esto había que verlo.

Y menuda sorpresa.

El argumento viene a ser el siguiente: Tras verse en la situación explicada al principio, Van Damme, de vuelta en su ciudad natal, entra en una oficina de correos. Poco después, se oyen disparos y parece que... ¡Van Damme ha secuestrado dicha oficina y tiene a varios rehenes!

No reventaré más del argumento porque merece la pena descubrirlo uno mismo, pero sí diré que la película es increíble. Cómica y dramática a partes iguales, e increíblemente emotiva. Es, no ya la mejor interpretación de este actor (cosa poco difícil), sino una actuación excelente por pleno derecho.


De especial relevancia es la escena en la que Van Damme se dirige al público y, literalmente, se confiesa. En este conmovedor momento su monólogo es tan abierto, tan sincero, que dudo incluso de que esté actuando. En esa escena es realmente él mismo, abriéndose de par en par y dejando salir todo lo que lleva dentro, haciendo balance de su propia vida.

Y todo esto en una película en la que se ríe de sí mismo. Y mucho.

Podría hablar mucho más de esta obra, de su cuidado con abundantes flashbacks y dividido en capítulos, de su excepcional fotografía, o de lo obligatorio que resulta verla en versión original (francés con pequeños fragmentos en inglés). Una película que ha pasado bastante desapercibida y que difícilmente será apreciada como se merece.

No os la perdáis.

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Tic, tac, tic, tac... El reloj biológico

jueves, 12 de noviembre de 2009

Tic, tac, tic, tac...


En la Isla está suciediendo algo cuando menos peligroso y sin precedentes. Una terrible epidemia se ha cebado entre las hembras monstruosas y está haciendo estragos.


Tic, tac, tic, tac...




En efecto, el reloj biológico ha hecho que los miembros femeninos de la isla más monstruosa hayan sentido la imperante necesidad de hacerse con pequeños monstruitos sobre los que descargar sus más afectuosos zarpazos.


Tic, tac, tic, tac...


¿Niños? ¿He dicho yo niños? Creo que no.


[QUOTE]...los miembros femeninos de la Isla más monstruosa hayan sentido la imperante necesidad de hacerse con pequeños monstruitos...[/QUOTE]


¡Por Dios, que aún somos jóvenes! (Sí, vale, igual ya hemos terminado los estudios y hacemos la declaración de la renta... u.uU, pero eso no nos quita el derecho de sentirnos como nos dé la gana)


Volviendo al tema...


¡Montruitos!


Como estos:


Patufas III (The Third)




Tic, tac, tic, tac...


Se trata de una fiera salida desde el mismísimo Averno. Es como una pantera a la que hubieran dado la cafeína necesaria para despertar a todo el Hemisferio Norte en una mañana de resaca. No para de saltar y no duda en avalanzarse sobre el primer monstruo indefenso que se le acerque (especialmente si es alérgico...). Cuidado si os lo cruzáis por ahí.



Kal-El




Tic, tac, tic, tac...


Un gato temerario (que no temible), que cree que es invulnerable (pobre iluso) y que tiene un nulo instinto de supervivencia. Igual es por el nombre, que le confunde. Desde luego, nuestro sol no tiene sobre él el mismo efecto que sobre su tocayo. Además, gusta de acechar a los monstruos en donde menos se lo esperan... En el baño.



Pirata




Tic, tac, tic, tac...


Este joven y aguerrido muchacho, que ya lleva parche a su más tierna edad, ha abordado la vida de sus dueños como todo un bucanero. Se infiltró entre sus filas y, cuando menos se lo esperaban, tomó el control de la nave. Mucho cuidadito con él u os hará caminar por la tabla...



Max y Gauss




Tic, tac, tic, tac...


Estas dos hermanas son de armas tomar. De hecho, han conquistado un pequeño reducto en Toledo y tienen a sus pobres habitanates absolutamente dominados. Su influjo llega incluso a los que viven en el exilio...


Tic, tac, tic, tac...


Temed... Porque no sabéis cuándo os puede tocar a vosotros...

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Reseña: Moon (V.O.S.)

lunes, 9 de noviembre de 2009

Una estética heredera de 2001 y Solaris. Un guión que parece sacado de las mentes de Philip K. Dick e Isaac Asimov. Una actuación magistral. Kevin Spacey haciendo de ordenador. ¿La peli del año?

Que no me entere yo de que alguno se ha quedado sin verla.


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Glow

jueves, 5 de noviembre de 2009

Mientras busco una óptica que sea capaz de hacer un par de gafas de pasta del tamaño de mi monstruosa (jaja, ¿lo pilláis? ¿isla de los monstruos - monstruosa? Tiene gracia! En serio!) cabeza para adaptarme a mi nuevo estilo de vida, en el que me paso la semana del teatro a sitios de Jazz y cafés en los que me siento a hablar del sentido de la vida y de la influencia de Schopenhauer en la filosofía costumbrista y la revolución sexual del escarabajo pelotero, mis andanzas me han llevado a parar por el teatro Nuevo Apolo de la madrileña plaza de Tirso de Molina para ver... Glow.


¿Qué es Glow? Esta es fácil, Glow es teatro negro, elevado al cubo. Es decir, tres actores visibles mientras un grupo de unos 7 u 8 personas vestidas completamente de negro mueven cosas por el escenario (a oscuras para que no se les vea) para crear el efecto que se desee. Dentro de este género (que confieso desconocía que se llamase así), Glow brilla con luz propia (estoy que me salgo con los juegos de palabras eh?) haciéndote creer que estás viendo una película, leyendo cómic o en una fiesta, todo al mismo tiempo (de hecho, la publicitan más o menos en ese plan). Me resulta difícil explicar cómo es, pero os puedo decir, que es exactamente así.

El espectáculo ha sido creado por Lior Kalfo, que también dirige y protagoniza la obra. Este artista de origen israelí, poseedor de una tarjeta de residencia de EEUU por sus "excepcionales habilidades artísticas", decidió hace unos años irse a Praga para desarrollar la técnica del teatro negro (con éxito, imho). Para aprovechar lo aprendido y desarrollado, creó una compañía de teatro negro checa en 2001, que obtuvo un gran éxito con una obra del propio Kalfo, representándose todavía a diario y siendo un gran punto de atracción turística. En 2003, y debido al éxito cosechado, creó una compañía similar pero en su tierra natal, Israel, que consiguió gran notoriedad también. La obra que tratamos, es el fruto de 2 años de ensayos de dicha compañía y que ya ha visitado Israel, Alemania y Austria (debido a lo cual, si queréis verla, tendréis que poneros las pilas, porque en entradas.com no venden más allá de la semana que viene, lo que me hace pensar, pero no he podido confirmar, que sólo van a estar hasta el día 15 de Noviembre).



La historia de Glow no es lo mejor, pero no importa mucho. Cumple su función de resultar entretenida y dar pie a situaciones de lo más variopintas (las fantasías de Glow, el prota, son de lo más divertidas e impresionantes). Lo más raro quizá sea el lenguaje utilizado, ya que utilizan una mezcla de idiomas (inglés, español, italiano, Glowense... aunque las partes localizadas al español están bien escogidas), pero las partes habladas son casi lo de menos debido a la gran expresividad que demuestras con sus gestos y acciones, y sobretodo, con su interacción con los elementos del escenario. Y es que este es el punto fuerte de Glow, una puesta en escena impresionante. Desde travelings de cámara como si de una película se tratase (es decir, podemos ver cómo la cámara imaginaria se mueve por la escena), hasta lograr que una bolsa de plástico sea un actor más dentro del escenario, Glow se distingue por saber trasladar al teatro elementos propios del cine y del cómic (una vez más, remito al vídeo). Además, tengo que destacar también lo bien que consiguen interactuar con el público, consiguiendo que nadie salga del teatro sin una sonrisa y una alegría sin igual.

En resumen... IT'S A MUST!!!!.

PS: Aprovecho, aunque hace un par de semanas que fui y no hice reseña, para comentar que el espectáculo Jamming es también altamente recomendable, muy divertido y relativamente barato (aunque para este no hace falta que tengáis prisa, que parecen que les queda para rato... si tenéis dudas sobre si me gustó o no, que sepáis que fui dos viernes consecutivos :p).

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