Es innegable que de un tiempo a esta parte se ha producido un vuelco en el mercado del entretenimiento audiovisual occidental. Cada vez más y más creatividad, energía y, por qué no, presupuesto se ha ido desviando desde el ámbito del cine hasta el de las series de televisión. Y el caso es que ha dado muy buen resultado.
Conscientes de esta situación en la cadena de televisión japonesa Fuji TV decidieron intentar llevar esta fórmula de éxito al campo del anime, tomando buena nota de qué es lo que habían hecho bien los productores americanos. Para empezar, plantearon un programa que se emitiría por la noche, en horario de máxima audiencia llamado “NOITAMINA” (Animation al revés), y crearon Honey & Clover, la serie que nos ocupa, para emitirla en dicha franja horaria, que, aprovechándose de esto, podría dedicarse a un público más adulto del habitual.
Intentando evitar que la calidad de la animación decayera con el paso del tiempo, contrataron a 20 estudios de animación distintos para que hicieran el trabajo (entre ellos algunos de gran importancia como Gainax). Además, imitando el modelo americano, emplearon a 18 directores, casi a uno por episodio. Con tal elenco de creativos, estos podían centrarse en hacer realmente bien su parte y olvidarse del resto de problemas. Por último, licenciaron una gran cantidad de canciones más o menos antiguas de grupos de J-Pop para que el apartado musical de la serie fuera agradable y variado, sin tener que recurrir a las caras composiciones ex profeso.
Tras todo esto, ¿consiguieron su objetivo?
El argumento de Honey & Clover (serie basada en el manga del mismo nombre) se centra en la vida de tres estudiantes universitarios, Takemoto, Morita y Mayama, que comparten piso, y que estudian en un campus en el que hay una facultad conjunta Bellas Artes y Arquitectura. Takemoto en su segundo año de carrera, Morita, un repetidor compulsivo en su séptimo año y a punto de ser expulsado, y Mayama a punto de graduarse.
En torno a estos tres personajes irán surgiendo muchos otros, compañeros de clase, de trabajo, profesores… y veremos cómo todos ellos se enfrentan a las dificultades de la vida universitaria, cómo reacción ante los sentimientos de los demás y cómo maduran, cada uno a su manera, viviendo la vida cómo mejor saben hacer. En resumen, vemos cómo intentan encontrar respuesta a esas preguntas que todos nos hacemos: ¿Qué quiero hacer? y ¿Quién quiero ser?
No hay más. No hay terribles conspiraciones que desenmascarar o épicas aventuras que vivir, eso es todo. Pero es en esta sencillez dónde la serie encuentra su mayor fuerza. En esa sencillez y en sus personajes. Unos personajes tan reales que es imposible no verse a uno mismo y a los que nos rodean en al menos algún aspecto de ellos, así como es imposible no pensar sobre nuestra propia vida al ver cómo afrontan las suyas.
Pero por otra parte quizá la mayor pega de esta serie esté precisamente en uno de sus personajes: Hagu. Un ser tan irreal e imposible que choca de frente con la increíble naturalidad y humanidad del resto del elenco y, aunque acabas aceptando su existencia, no consigues quitarte de la cabeza la fuerte imagen de anacronismo que representa.
En el aspecto gráfico la serie es inmejorable, unos fondos preciosos, una animación de calidad y estable durante todo el desarrollo de la misma y un estilo que parece pintado en acuarela, con tonos suaves y relajantes. La música es buena, con abundantes insert songs que ayudan a mantener la emoción de ciertas escenas. La canción de apertura tiene muy buen ritmo (y un video-clip inolvidable) pero se ve superada por las canciones de cierre, auténticas obras de arte, especialmente la de la segunda temporada.
En resumen, una serie con sentido del humor que te hará reír más que la mayoría de las comedias, pero al mismo tiempo con una parte trágica que te llegará al corazón más que la mayoría de los dramas, y que te hará ver tu propia vida con otros ojos. Altamente recomendable para, eso sí, un público que haya experimentado o esté experimentando lo que significa convertirse en un adulto.
Yo, como universitario que ha tenido los mismos (o casi) problemas a los que se enfrentan los personajes de la serie, me he visto especialmente reflejado en ella. El proceso de maduración de Takemoto, la respuesta ante un amor no correspondido de Yamada o la responsabilidad ante los demás de Mayama... Todo un logro.
Por tanto, los directivos de Fuji TV consiguieron su objetivo, tanto es así que la serie acabó siendo una de las más populares en su año de emisión, el 2005, repitiendo el éxito con su segunda temporada en el 2006.
Género: Josei (Para mujeres adultas), drama, comedia, vida estudiantil
Duración: 24 + 12 episodios de 24 minutos, 2 episodios extras
Año: 2005-2006
6 cucamonas:
Me veo muy necesitado de perspectiva adulta, o más bien de transición al adulterio.
Así que, sin duda, esta serie cae, después o en exámenes, jejeje.
Great review! :)
PD: Espero que sigan haciendo animación de calidad en esta línea, a ver si por fin se libera el género de las connotaciones infantiles
Sólo una duda, ¿la serie está ahora mismo disponible en japonés, inglés o español?
Aparte de eso, tiene pinta de ser una serie bastante realista, si dices que te has visto reflejado en ella. Porque cuando era adolescente, como que no me veía muy reflejado con Ranma o Love Hina ¡por suerte!
Esta es la mejor serie del mundo mundial. Desde luego está en mi top 3, y he de decir que trata en general las cosas desde un punto muy realista. Eso sí, es anime así que tiene sus desvaríos, pero como yo también desvarío con mis amigos también lo veo como algo normal. xD
Ha sido licenciada en España pero aún no ha sido distribuida (ni en DVD ni por la televisión) que yo sepa.
Yo la ví fansubtitulada. ^_^
Siempre que hablo con vosotros conseguís que me pique la curiosidad... y claro sois una "mala influencia" mi... ja ja. Bueno, pues ya veremos si se le puede echar un ojo. Aunque no tengo tanto tiempo libre como para eso :(
Un abrazo
Morita rulzzzzz... Es mi alter ego... por lo de repetidora compulsiva... Pero opino que tiene momentos pelín pastelones. Pero claro, ¿quién no ha querido nunca disfrazar de seta a algún amigo pequeñito?
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