Leyendas Toledanas: El de la mano horadada

sábado, 4 de octubre de 2008

Lo prometido es deuda, así que no hay más remedio que contar aquello que ya dejé para otro día. Tras la historia de la famosa princesa, decía que el palacio que lleva su nombre se sitúa fuera de las murallas de Toledo, cerca de la estación de Renfe. Esta vez nos toca transportarnos al tiempo en el que fue construido, allá por el siglo XI.



"Hubo una vez un rey llamado Alfonso que se sentía afortunado. A pesar de ser el segundo en nacer, su padre lo había favorecido, a él y a sus hermanos menores, concediéndoles en la herencia parte del reino que solía corresponder por entero al primogénito. Tres reinos, uno para cada hermano, y dos ciudades, una para cada hermana.

Al morir sus padres, el hermano mayor, llamado Sancho, no quiso permitir que se quedasen con lo que había debido ser suyo por derecho, y Alfonso también ambicionaba los territorios de sus hermanos. Así comenzaron las luchas entre los miembros de la familia. Alfonso, que había buscado siempre su propio beneficio, favorecía a unos reinos de taifas o a otros en sus disputas, y se había ganado la amistad de algunos de sus dirigentes. Su hermano Sancho le apresó y le arrebató el trono, pero pudo escapar gracias a la ayuda de uno de sus amigos: Al-Mamún de Toledo, quien le refugió en la ciudad cuando consiguió salir de su prisión.

El musulmán de Toledo le recibió con cortesía, invitándole a que se alojara en el Palacio de Galiana, que había sido construido poco antes. A cambio, le debía respeto y lealtad. Alfonso no podía salir de la ciudad sin permiso, y dedicaba sus días a cazar y a pasear por ella, aprendiendo las costumbres de sus habitantes.

Un día, Alfonso, que no tenía mucho que hacer, decidió organizar un banquete en el palacio al que estaba invitado Al-Mamún, sus nobles y sus consejeros. La comida era abundante, hacía buen día y la conversación era animada. Comentaban las dificultades de la guerra, los últimos avances de la reconquista y de las luchas entre los distintos reinos de taifas. Alfonso aprovechó para elogiar Toledo, reconociendo su gran capacidad de defensa por estar parcialmente rodeada por el río, y en el lado libre protegida por su poderosa muralla.

Muralla


Al-Mamún finalmente salió al jardín, acompañado por sus consejeros. El día era extraordinario, y se tumbaron entre los árboles. El castellano se había percatado de la importancia estratégica que tenía la ciudad, y eso preocupaba a Al-Mamún, que sabía la debilidad que su invitado sentía por la conquista de tierras. De modo que continuaron, estando solos, con la conversación. Sus fieles servidores discutieron sobre la imposibilidad de que la ciudad cayese, y menos ante Alfonso, que en ese momento se encontraba sin corona. Discutieron si era posible rendir Toledo sitiándola, y tras muchos análisis, convinieron que la única forma sería arrasar todos los campos a su alrededor, desabastecerla y aislarla durante unos seis años.

Jardines del Palacio de Galiana.


Se quedaba ya tranquilo Al-Mamún, pensando que nadie se arriesgaría a gastar tanto esfuerzo, tiempo, hombres y dinero, cuando uno de los musulmanes hizo una señal de alarma. Al mirar hacia donde señalaba vio a Alfonso, a media distancia, dormido entre los árboles. ¿Habría escuchado la conversación? De ser así, había oído demasiado, debían quitarle la vida... Pero, ¿cómo matar a un protegido sólo por una sospecha? Y sin embargo, ¿cómo poner en posible peligro su propio reino, sólo por proteger la vida de un cristiano?

Cuando los consejeros le preguntaron qué debían hacer, Al-Mamún les ordenó traer plomo fundido y echárselo en la mano. Al ver que Alfonso no hacía ni el más mínimo movimiento ni cuando los criados se dirigían hacia él con el metal cadente, Al-Mamún le creyó. Pero esperó a estar totalmente seguro, hasta el último momento, por si acaso el cristiano se levantaba o movía involuntariamente por miedo. El metal abrasó la mano de Alfonso, que se levantó al notar su contacto y aulló de dolor, y Al-Mamún ordenó inmediatamente que pararan y le curaran, y le perdonó la vida.

Alfonso VI

Pero la realidad es que Alfonso no estaba dormido. Dice la leyenda que un espíritu vengativo llamado Abenzaide que habitaba el palacio le había instado a escuchar a hurtadillas la conversación, fingiéndose dormido, y que cuando oyó que iban a abrasarle decidió permanecer quieto, haciéndoles creer en su inocencia. Así fue como Alfonso desde entonces fue "el rey de la mano horadada", y gracias a su fuerza de voluntad conoció el secreto de la ciudad de Toledo y se mantuvo con vida para aprovecharlo.

Años después pudo recuperar su corona y heredar la de su hermano, al ser éste asesinado por un traidor con el que Alfonso juraría (en otra historia) no haber tenido nada que ver. También murió Al-Mamún y el rey, que se sentía afortunado, puso todo su empeño en conquistar Toledo. Y lo consiguió, y así quedó en la historia: El rey Alfonso VI conquistó Toledo el 25 de mayo de 1085."

Estatua de Alfonso VI en Toledo.


¿Qué hay de verdad en todo esto? Lo relativo de la leyenda:
La vida de Alfonso VI tiene tanto que comentar sobre lo que he mencionado, que por una vez no creo que merezca la pena hablar de su historia. Si os quedáis con las ganas de profundizar en ella, siempre está Wikipedia. En vez de eso quería aclarar que mi historia (no tal y como yo la cuento, sino tal y como es por tradición) presenta a Alfonso VI como el rey fuerte y atrevido que conquistó Toledo. Sin embargo, basta con leeros su vida o con ser fans del Cid (recordaréis que sospecha que es Alfonso quien ha mandado asesinar a Sancho, por lo que es tratado injustamente) para que le creáis mucho menos heroico que como le pintan.

Vamos, no es mi intención juzgar reyes muertos, pero por poneros un ejemplo, al principio de las luchas Sanch-alfonsiles, se decidió librar una batalla para que Dios decidiera quién era merecedor de Castilla y de León. Alfonso perdió, y sin embargo no entregó León a su hermano. En vez de eso, ambos se las apañaron para quitarle Galicia al tercer hermano, García.

Jura en Santa Gadea de Burgos

La leyenda tampoco menciona los rumores de fraticidio ni de incesto, ni el hecho de que se proclamara tolerante al islam ("emperador de las dos religiones"), y presionara tanto económica y militarmente a los reinos de taifas que acabaron atacándole los almorávides y conquistándole hasta debajo de la cama (eso sí, Toledo no), momento en que se volvió mucho más amable en su política. Tampoco se habla de cómo se ganó la oposición popular al sustituir el rito litúrgico mozárabe tradicional por el romano, y de cómo en general sustituía lo tradicional por lo europeo, al ser continuamente presionado por su esposa (que era francesa, y que le debía controlar como le daba la gana).

Conclusión
Si tenéis un invitado toledano, sabed que aunque seáis amables con él acabará conquistando vuestras tierras y llevándose a vuestras hijas.

3 cucamonas:

Rodrigo Garcia Carmona dijo...

Como tontería aleatoria diré que Alfonso fue el que conquistó la ciudad musulmana de Magerit en el año 1085. Aquella ciudad acabaría cambiando de nombre a Madrid.

Y por cierto, que mal me cae este hombre. Aunque fue un político excepcional, siempre se salía con la suya.

Marisunflowers dijo...

Si la conclusión es ésa, estás tirando piedras sobre tu propio tejado. No deberías recomendarnos que no te invitaramos a nuestras casas... A menos que ya hayas decidido que no vas a querer venir por adelantado. :P

Deimar dijo...

Si ya sabía yo que los toledanos no eran de fiar... MUERTE!!! MUERTE!!! :p (y ese rey siempre me cayó mal, que era muy malvado, o idiota, en la peli del Cid :p)