Fruits Basket y el sentido de la vida

jueves, 14 de agosto de 2008

Si había una cosa que tenía clara antes de escribir este post que sabía muy bien que acabaría escribiendo, era que tenía que hacerlo inmediatamente después de terminar de leer por, creo, cuarta vez, el manga Fruits Basket (para abreviar, Furuba).

Cuatro veces. Van cuatro. Y aun así al cerrar el tomo 23 estoy temblando. Pocas cosas en el mundo me han causado tanta impresión. Porque hay veces que una lectura, una película, un cuadro, una imagen... no importa. Hay veces que “algo” toca lo que nada en el mundo puede tocar. Son muy escasas esas ocasiones, pero cuando ocurren suponen una especie de revelación, un cambio dentro de tí mismo, una especie de reconocimiento de una parte de tí que no sabías que existía. Y entonces, sin querer, te dan ganas de llorar.









Cierto es que igual el tono de este post es muy solemne, quizá exagerado tratándose de un artículo sobre un cómic, y desde luego muy alejado de lo que suelen ser mis intervenciones en esta Isla, pero hay veces en las que una no puede seguir fingiendo que todo es una broma, que no importa nada o que todo va bien. Eso no es cierto. Nunca lo es. Y por eso Furuba causa esa honda impresión en la que suscribe.

Fruits Basket trata de máscaras, de teatros, de ficciones. Trata de la obligación, del compromiso. Trata de relaciones, de personalidades, de sentimientos, de secretos del alma, de trabas, de trampas propias y ajenas, trata de mentiras, de verdades como puños. En definitiva, trata de personas. Quizá al leerlo no seas capaz de dentificarte con nadie en particular porque todos los personajes son un poco extremos, pero siempre habrá aspectos de unos y de otros que reconocerás de inmediato y que irán como una flecha a señalar los puntos similares dentro de tí mismo. Para cuando el primer dedo acusador se levante, ya habrás caído en la espiral de Furuba.

Había pensado en tratar de describir la trama, pero me parece absurdo. No quiero hacer una reseña. La verdad es que no sé lo que quiero lograr con este post, lo único claro es que cuando un shojo se cuela entre los libros más vendidos de Estados Unidos, se posiciona como el 2º más vendido en el mercado del manja en Japón, EEUU y parte del extranjero, que incluso el anime (que a mi entender es un triste reflejo de todo lo que es el manga) tras años después de haberse estrenado, seguía considerándose como una de las mejores series de todos los tiempos o que empieza a ganar premios internacionales como churros allá por donde se licencia, poco me queda ya por decir. Bueno sí, que no soy muy original ^_^ ...

La autora, Natsuki Takaya, tardó 6 años en completar toda la historia. 23 tomos y 136 capítulos; unos 25 personajes (seguro que habrá más...) y 26 episodios animados... Esos son los números. Y me parecen pocos. Cómo se puede concentrar tanto en tan poco espacio... He leído que una de las virtudes del estilo de dibujo de Takaya era el expresar los sentimientos y el estado mental de los personajes, no sólo con las expresiones o las posturas, sino con las sombras y las texturas. Y es cierto. No te das cuenta, pero casi puedes tocar lo que pasa, lo que siente cada personaje. Lo tocas y lo sientes y el reconocimiento, la identificación, se hace plena.







Cierto es que mientras lo leía he combinado otras lecturas casi tan existencialistas como ésta (y francamente, no lo recomiendo... te quita el sueño... =_=U), pero durante la última semana y media me he dado cuenta de cosas que, igual estaban ahí, pero por alguna razón, tras “despertar” una vez más gracias a esa historia, han aparecido ante mis ojos como luces. Quizá es porque además de emocionarte, Furuba te abre los ojos, te pone ejemplos, te propone metas. Parece que las sonrisas, las palabras de aliento, los consejos, no sólo van dirigidos al personaje de turno, sino también al lector. ¿Es por eso una lectura moralizante? No lo creo. Lo que sí es cierto es que de pronto estaba más contenta y que eso hacía que pasaran cosas buenas a mi alrededor. Simples tonterías, pero suficientes para mantener la nube en el aire.

Sencillamente me dieron ganas de ser mejor persona. “La historia del buen samaritano”, me decía un amigo comentándole todo esto. “Son las grandes historias que se han contado durante todos los tiempos y que han sido capaces de crear mitologías, culturas y hasta religiones.” Ni por un momento estoy afirmando que Fruits Basket vaya a instituirse como una especie de libro sagrado de ninguna secta, lo que quiero decir es que no importa el soporte, los hilos fundamentales de las sociedades humanas vienen a ser las mismas, y que los anhelos, los miedos, las inseguridades, los gozos y las alegrías de todo el mundo, son las mismas. Mi amigo me venía a decir que estamos tan acostumbrados a vivir deshumanizados, a cubrir con cinismo el asco que nos porduce el mundo, a huir del contacto real y del reconocimiento a nosotros mismos (y todo lo que somos), que cuando una de estas historias llega a ti te parte en dos como si fueras de mantequilla. Te muestra lo que eres, lo que puedes ser, tus miserias y tus bondades, y sobre todo te demuestra que no tienes ni puta idea de lo que significa estar vivo.

Es un comic. Es un manga. Es un shojo. Vale. ¿Que me he subido a la parra? Quizá. Y qué. Sigue siendo una historia impresionante de todas formas, y no es que la recomiende, es que creo que debería leerse al menos una vez en la vida. Aunque sea sólo por echarte unas risas.

7 cucamonas:

Anónimo dijo...

Clap, clap, clap! Me siento identificado con esas emociones hondas que te asaltan al final de algunos libros, mangas, relatos, películas... Ya mismo la estoy buscando en intenné para... comprarla. Sí, eso.

:)

Rodrigo Garcia Carmona dijo...

A veces las cosas más buenas son las más pequeñas.

Esta es una serie que a todo el mundo que conozco que la ha leído le ha impresionado, así que, aunque me digan que me repito en mis comentarios, ya estoy tardando en echarle un ojo.

Muy buena entrada.

Paco Hernández dijo...

pues estoy totalmente de acuerdo contigo, aunque los últimos tomos ya no eran tan divertidos habían alcanzado un nivel de desarrollo personal tal que no volvias a respirar hasta acabarlo. A mi aún me queda por leer el 23 pero sí, es una gran serie, de las mejores de manga que heleído nunca

darofar dijo...

Pues yo tambien me siento identificado, es exactamente lo que escribe Bea loq ue senti cuando leia

CRYING FREEMAN

;)

Ulin dijo...

Joer, si es que persona a la que leo sobre esta historia, persona que lo pone muy bien...

Acabará por caer en algún momento sin duda

Rodrigo Garcia Carmona dijo...

He puesto un enlace a tu blog en la barra de la derecha. Sale como "Watashi no suki na mono" porque con coaracteres en japonés sale mal.

Te lo pongo por aquí porque no encuentro e-mail de contacto en tu blog.

Anónimo dijo...
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