Miniaturas de World of Warcraft: el círculo se cierra

domingo, 11 de enero de 2009

Cuenta la leyenda que, en los últimos años del siglo pasado, cuando la estrategia en tiempo real era joven, una prometedora compañía de software se acercó al gigante de los juegos de miniaturas, Games Workshop, con una propuesta de juego basada en una de sus franquicias más populares, Warhammer. Se trataba de un juego de estrategia en tiempo real para PC, ambientado en este universo medieval fantástico, en el que ejércitos de nobles humanos se enfrentaban a hordas de brutales, pero graciosos orcos. Lamentablemente, la idea no debió gustar demasiado en Games Workshop, porque el proyecto se canceló.





La prometedora compañía de software, Blizzard Entertainment, lejos de rendirse, emprendió nuevos y revolucionarios proyectos con energías renovadas. Así, poco tiempo después salió al mercado Warcraft: Orcs & Humans, un juego de estrategia en tiempo real para PC, ambientado en un universo medieval fantástico extrañamente familiar, en el que ejércitos de nobles humanos se enfrentaban a hordas de brutales, pero graciosos orcos. El juego resultó un bombazo, y catapultó a Blizzard a lo más alto.

Desde entonces, han pasado casi quince años, y Warcraft ha evolucionado hasta convertirse en una franquicia tremendamente exitosa, alcanzando su máxima expresión con World of Warcraft (WoW para los amigos), líder indiscutible en el lucrativo negocio de juegos masivos online. Por otra parte, Warhammer, que sigue dominando el mercado de las miniaturas, ha servido de base para un número considerable de juegos de ordenador, empezando por la estrategia en tiempo real, y culminando en Warhammer Online (WAR para los amigos). Producto que aspiraba (ya sin muchas esperanzas, para ser sinceros) a disputar el liderazgo en el lucrativo negocio de juegos masivos online.

Y todas estas batallitas (je) vienen a cuento porque el juego del que quería hablar hoy es World of Warcraft Miniatures. Y aunque la relación tormentosa que acabo de narrar entre Warhammer y Warcraft probablemente no sea más que una leyenda urbana, no deja de ser cierto que las influencias del primero en el segundo, especialmente en sus inicios, siempre han sido bastante evidentes. Por lo que tiene guasa que, tras la exitosa expansión del juego de miniaturas al mundo del PC, el juego de PC se encarne en miniaturas.

WoW Minis (por acortar) es un producto muy digno, obra de Upperdeck Entertainment, quienes ya nos trajeran el juego de cartas coleccionables de WoW (que todo friki de las cartas debería probar, por cierto). Como es habitual en el género, junta coleccionismo de miniaturas y juego de estrategia, en una fórmula que cautiva a los aficionados a ambos, pero a la vez resulta atractiva para aquellos a los que sólo interesa uno de estos aspectos.

Desde el punto de vista del coleccionismo, WoW minis consiste en figuras de plástico prepintadas y distribuidas en paquetes de contenido aleatorio, el mismo método que utilizan el juego de miniaturas de Dungeons & Dragons y Heroclix. Sin embargo, el número de miniaturas por paquete es bastante menor (sólo 3), y el precio por miniatura es bastante más elevado, en torno a los cuatro euros. Como contrapartida, la escala es algo mayor: 30 mm frente a los 20-25 habituales, lo que permite más detalle sin hacer estas miniaturas del todo incompatibles con las de los otros sistemas. Y la calidad es superior a la habitual, apreciandose un mayor número de capas de pintura y un acabado agradable a la vista, que no es poco.

Los diseños de muchas figuras están directamente sacados del juego de cartas

Aunque mi experiencia es algo limitada, ya que apenas dispongo de una decena de figuras, de las sesenta y pico que componen la colección inicial, puedo decir que se trata de la mejor gama de figuras prepintadas que he tenido en mis manos. La pintura no es excepcional, ya que con frecuencia los colores se salen de lugar, y las zonas menos visibles, como pies o recovecos, se dejan en negro, sin pintar. Pero es efectiva: las figuras se ven coloridas y llamativas, los ojos tienen pupilas, y abundan los efectos de plástico transparente para joyas y otras partes del equipo, que quedan francamente bien.

En cuanto a la escultura, el estilo es fiel a la característica estética de WoW, con armas descomunales y hombreras absurdas. Los entendidos del juego de ordenador reconocerán, para su regocijo, equipo y personajes característicos de éste. Como nota interesante, todos los personajes genéricos que no corresponden a protagonistas reutilizan diseños del juego de cartas, realizado por la misma compañía. Finalmente, aunque existen aparatosas peanas con contadores para la puntuación, a imagen y semejanza de las de heroclix, estas son desmontables, de modo que es mucho más fácil emplear las figuras en distintos entornos. Personalmente, he incorporado las mías a mis partidas de D&D, con bastante buenos resultados.

Una gran idea: las peanas-marcador se desmontan

Por último, el sistema de juego está en la línea de lo que nos viene ofreciendo Upperdeck, aprovechando las convenciones del género cuando es conveniente, y a la vez incluyendo suficientes innovaciones para resultar fresco y diferente. Cada jugador controla un pequeño grupo (entre dos y cinco) de personajes, definidos por una carta de atributos y una serie de cartas de poderes. Las partidas tienen lugar sobre mapas en forma de poster desplegable, divididos en hexágonos (algo infrecuente en este tipo de juegos). Los turnos son muy breves, y cada acción tiene un coste en tiempo, de modo que, por ejemplo, atacar le cuesta a un personaje pasar los dos o tres turnos siguientes sin actuar. En conjunto, el juego requiere un espacio reducido (cualquier mesa pequeña valdrá) y un tiempo moderado (se puede acabar una partida en menos de media hora), lo que siempre es de agradecer.

Sin restar mérito a lo bonito de las figuras y lo divertido del juego, creo que el principal logro de WoW minis es la naturalidad con que evoca la esencia de World of Warcraft. Son muchos detallitos. La muerte es tan sólo un contratiempo que resta puntos, y los personajes reaparecen automáticamente en el tablero al cabo de un par de turnos (en los que uno se imagina a su fantasma corriendo hasta el cadáver). Los poderes de los personajes no sólo tienen los nombres e ilustraciones del original, sino que consiguen desempeñar funciones similares en un entorno de juego muy distinto. Se puede tanquear y curar, invocar mascotas, o usar crowd control, y los efectos beneficiosos y perjudiciales se llaman buffs y debuffs, siguiendo la terminología de juego online. Los escenarios actuales están basados en battlegrounds conocidos, pero no se descartan distintas formas de juego en el futuro. Me intriga especialmente el rumor de una expansión en la que los jugadores se enfrenten en grupo a la dragona negra Onyxia, algo que ya se hizo con éxito en el juego de cartas.

Abundan los guiños a los jugadores de WoW: este de aquí es Leeroy Jenkins

Resumiendo: muy bonito, muy divertido, imprescindible para los que gusten de miniaturas y de Warcraft, extremadamente recomendable para los demás.


3 cucamonas:

Rodrigo Garcia Carmona dijo...

Te voy a comentar, que luego dices que no lo hacemos. Pero es que claro, ¡no generas polémica!

Mis únicas pegas a las figuras son el tamaño de las peanas (incluso desmontadas) que se salen de los cuadrados de los mapas estándar de juegos de rol, y el hecho de que sean aleatorias.

Pero claro, eso es inevitable. De algún lado tenían que hacer negocio...

Sarg Bjornson dijo...

Trigo tiene razón, hay que generar polémica, si no no se consigue atención!

PUTA MIERDA de miniaturas, qué asco me dan. Están mal pintadas y los gnomos son un 14% más altos de lo que deberían ser!

Ves, así

Foly dijo...

Son realmente espectaculares (siendo plástico prepintado), el juego es divertido por sí mismo, tiene el interés de ver cómo han adaptado conceptos wowitas y encima, aunque sobresalgan un poco, son perfectas para impresionar a tus jugadores de dungeons :) (Tru story)
Lo malo es que en los boosters siempre salgan figuritas de alianza