Leyendas Toledanas: La princesa Galiana

lunes, 8 de septiembre de 2008

¿Cómo empezar a escribir en la Isla? A los monstruos habituales no les parecerá un problema tan grande, pero todo comienzo es un pequeño salto, al que hay que dar impulso. Mi idea es debutar con una de esas historias que nos cuentan de pequeños. ¡No, por favor, no resopléis todavía! Paciencia os pido (además de la indulgencia que otorguéis a los novatos, claro).

La historia de hoy no es un cuento, aunque se conserva en la tradición popular se nos dice que se diferencia de estos en que tiene una parte real y otra surgida de la imaginación de aquellos que la han contado. Dejándose llevar por la emoción o queriendo impresionar al oyente, exageraron los detalles y transformaron la ya de por sí insólita historia. Ataron los cabos sueltos con dudosos nudos, repetiéndolo tanto que resulta difícil separar lo "real", aunque fuera de lo común, del bulo.


En otras palabras, lo único que tengo para ofrecer hoy es una leyenda. Más concretamente una leyenda toledana, de esas de las que la ciudad de Toledo, antiguamente tan popular, está cargada. Y es aquí cuando la abuelita de turno se aclara la garganta y empieza su relato, tras intentar (con o sin éxito) haber despertado la curiosidad suficiente:

"Eran aquellos los días en que Toledo estaba bajo dominio musulmán, y reinaba un hombre llamado Galafre, quien no podía tener hija más bella que la princesa Galiana. Si bien su nombre era de miel, ¿de qué serían sus labios?. Todos los que la miraban se enamoraban de ella, sin importar su raza ni religión. Entre ellos, el fuerte gobernador de Guadalajara, el famoso Abenzaide, era su más destacado pretendiente. No pasaría mucho tiempo antes de que se pactase el matrimonio.

Pero cómo no, aunque podía tener cualquier cosa que pudiera desear, Galiana no era feliz. Podía sonreír, pero nunca tenían luz sus ojos. ¿Qué era lo que tanto la entristecía? Para ella, simplemente, la vida no tenía sentido.

"La princesa está triste, ¿qué tendrá la princesa?" - Emo style

Hablando con Geloria, una de sus esclavas, la princesa confesó que no estaba enamorada de Abenzaide. No le correspondía, es más, le odiaba y temía. Su carácter era demasiado fuerte, muchos le consideraban arrogante. Además no la amaba de verdad, sino que sería para él poco más que un trofeo o una conquista.

La esclava Geloria abrió mucho los ojos ante esta declaración, incapaz de decir nada. Pero Galiana, resuelta, ya había tomado su decisión: rechazaría al mismo Abenzaide, aun provocando su ira, y le pediría que no se acercara nunca más a ella.

De repente, salió de entre unas matas alguien que había escuchado toda la conversación. Se trataba de un huésped cristiano del rey Galafre llamado Carlos que, atraído como todos por la belleza de la princesa, se había acercado para observarla de cerca. Allí mismo con palabras ardientes bañadas en su acento de tierras lejanas le declaró su amor. Y ella quedó seducida por sus extraños ropajes y modales, y por su amable y joven rostro.

La pobre Geloria fue la encargada de pedir a Abenzaide que se retirase cuando éste fue a visitar a su amada al palacio, unos días después. El orgulloso gobernador no salía de su asombro. ¿Qué le había pasado a su Galiana? ¿Por qué no le quería? Lo comprendió todo días después, al recibir un mensaje en el que un noble extranjero, un príncipe, le retaba a un duelo a muerte por la princesa, que era lo que era costumbre hacer en esos casos.

Recreación para la entrada: Carlos antes del combate.

El combate se celebró cerca del río, y allí acudieron muchos. Curiosamente, despertaba más simpatías en el público el desconocido príncipe cristiano, menos arrogante y más amado por la princesa. Los mozárabes (cristianos en territorio musulmán) le aplaudían con fervor. Y la dulce Galiana, en un palco, temblaba de miedo y se negaba a mirar. En seguida se olvidó del temor y se llenó de orgullo cuando vio a su hermoso Carlos, con su brillante armadura, victorioso sobre el cuerpo, con el corazón atravesado, del adversario.

Y así, Carlos se llevó a Galiana a Francia, donde la bautizó y se casó con ella. Llegó a ser un rey conquistador, que incluso fue coronado emperador. Y el padre y el pueblo vieron partir con dolor a la flor de las flores, celosos de la suerte del hombre que a partir de entonces disfrutaría con su belleza."


¿Qué hay de real en todo esto?
Existe un llamado palacio de Galiana a la orilla del río, pero en él, en contra lo que se dice por ahí, no vivió la hermosa. Debió vivir por la zona del Arco de la Sangre, dentro de la ciudad. El castillo actual es del siglo XIV, y es la reconstrucción de un anterior palacio de recreo del siglo XI, famoso por sus jardines, quizá parecidos a aquellos en los que la tradición situaba a la princesa.

Imagen del "Palacio de Galiana", con Toledo de fondo

La leyenda, no obstante, habla de que el alma en pena de Abenzaide se paseaba por el castillo (algo posterior, insisto, a nuestra historia anterior), gritando el nombre de su amada y amenazando con destruir al pueblo de Toledo que lo había traicionado. Y fue aquí donde sucedieron hechos que hacen pensar que el fantasma cumplió su amenaza... Pero eso es otra historia.

Todavía hay una duda más que podría surgirnos: ¿realmente la princesa se casó con Carlomagno? Pues de nuevo la tradición dice que sí, y aún más, que dio a luz a su heredero, Ludovico. Lo cierto es que curioseando por ahí he encontrado que Carlomagno tuvo una larga lista de mujeres (con pequeñas variaciones según la fuente, por cierto):
  • Una primera amante, antes de casarse, que le dio un hijo jorobado y posiblemente una hija.
  • Cuatro esposas con las que tuvo unos 11 hijos (los cuales, por cierto, se esforzó en educar, pues consideraba la educación muy importante, incluso para las hijas) .
  • Al menos 5 bastardos conocidos, de diversas concubinas.

¿Fue Galiana esposa de Carlomagno? No lo sé, tuvo tantas mujeres en su vida...

El nombre de Galiana no aparece en ningún sitio. ¿Fue una esposa a la que en Francia cambiaron de nombre? ¿Quizá una simple concubina del rey? ¿O es que ni siquiera llegó a conocer a Carlomagno, sino a cualquier otro hombre que ha sido convenientemente sustituido? No lo sé, pero tampoco me merece la pena investigarlo. Llega el momento de la leyenda en que tenemos que encogernos de hombros, y contentarnos con lo que ya hemos escuchado.

Espero que os haya gustado. Si es así, sabed que me alimento de cucamonas.

6 cucamonas:

Deimar dijo...

Bienvenida, buena entrada y bonito pueblo :p

Carlos dijo...

¡Bienvenida Deliath! Vaya entrada más interesante... Sobre la leyenda, aunque reconozco que estoy pez en historia, sí que podría tener algo de cierto. Galiana parece un nombre muy similar a Galia, así que podría ser un nombre dado a posteriori a la princesa cuando se fue con el rey de los francos... Lo que no me creo es que todos los hechos fuesen tan heroicos y románticos, pero bueno, posiblemente lo mejor es pensar en ellos así :P

Rodrigo Garcia Carmona dijo...

La clave es que: "...Carlos se llevó a Galiana a Francia, donde la bautizó y se casó con ella...".

Es casi seguro que al bautizarse se cambiara el nombre, pues era costumbre en los conversos. Especialmente populares eran los nombres relacionados con la nueva religión elegida.

Aún así, mejor dejar la leyenda como está. Nunca sabremos la realidad y, precisamente ahí, está la gracia del asunto.

De la entrada no digo nada más que que me ha gustado, que luego dicen que soy parcial. En cualquier caso, bienvenida.

Esperamos más leyendas pronto.

Deliath dijo...

^__^ Muchas gracias por los comentarios, chicos. Puede ser que le cambiasen el nombre a la mujercilla, aunque si habéis mirado Wikipedia habréis visto que aparece el pueblo del que provienen las esposas de Carlomagno, y ninguna parece ser ella. En fin.

PD: De pueblo nada ¬¬.

Marisunflowers dijo...

Una leyenda muy chula.

Me alegro de que hayas escrito. A ver qué más nos vas contando.

Anónimo dijo...

Jey, me gusta cómo escribes :)

Y la leyenda tampoco ha estado mal, ni mucho menos!